Servicios ASO

Dicen que toda página de servicios tiene que empezar con un titular.

Uno que te enganche, que capte tu atención y te deslice para seguir leyendo.

Esto puede ser cierto, es más, hay mucho de cierto.

Pero en esta página no hay ningún titular. Tampoco una oferta por ser tú ni porque tenga muchas ganas de ayudarte ni una promesa de hacerte ganar dinero.

Tú y yo somos desconocidos, y te hablaré con respeto. Con el mismo respeto que si nos conociéramos y fuéramos amigos, o al menos, nos cayéramos bien.

Si te fijas, es posible que encuentres algunas faltas de ortografía, y debes saber que esto no me preocupa. Quiero decir, si a ti preocupa, a mí no me preocupa. Y si a ti no te preocupa, pues igual.

En esta carta hay una historia de cuando trabajé en mi primera oficina como desarrollador que, si la entiendes, al margen de que busques un perfil de app store optimization (ASO a partir de ahora) o no lo que busques, es casi seguro que te ayuda.

Pero antes, debo ponerte en situación.

Mira…

Hay dos tipos de ASOs, los que soy muy buenos y los demás. Los ASOs muy buenos son capaces de planificar todo el negocio de una aplicación. Desde la idea. Sólo te compensa trabajar con alguno de los primeros. No tengo ni la menor idea de si sabrás distinguirlos, pero es muy fácil si te pongo un ejemplo…

Un ASO 2.0 azucarado de fórmula sacada de algún parque de bolas y que piense que hacer negocio de una aplicación es como participar en el bootcamp de 1000 euros el fin de semana, si busca hacer más negocio con tu aplicación haría y diría:

(Sin haber investigado el negocio detrás de la aplicación)

  1. Necesito esta herramienta para sacar las palabras clave.
  2. Tenemos que modificar la ficha y agregar esto y lo otro y lo de más allá.
  3. Compremos reseñas al peso para mejorar en los rankings.

Un ASO de verdad, haría y diría:

  1. Analizaré bien el negocio detrás de la aplicación y cómo podemos ordeñarlo al máximo.
  2. Revisemos la aplicación. Y si algo es una mierda, se cambia o se quita.
  3. Primero el producto (la aplicación), luego el resto. Hagamos UNA, solo una de momento, cosa que sea mucho, pero jodidamente mucho, mejor que el resto pensando en el primer punto. Y después pasamos a la ficha, la palabras clave, capturas y eso…

En fin, muy “agresivo” para la gente que tiene muchos valores de colores. Ya me entiendes.

La gente, normalmente, cuando quiere contratar un ASO, cuando le da vueltas a la idea de que alguien le ayude para mejorar el negocio de su aplicación y, con ello, sus ingresos… lo que hace es una ruta de investigación.

Entonces mira videos aburridos que no sirven para nada con…

  • Las quince palabras que jamás debes escribir en un título o en una descripción. (Quizá ésa sea una de las tonterías más grandes que puedes aprender de ASO azucarado, las palabras son solo palabras, y nada tiene sentido sin los contextos, peor muchos “expertos” son definitivamente pastillas humanas contra el insomnio.)
  • Las doce fórmulas más persuasivas y coloridas de conseguir instalaciones.
  • Esta estrategia ASO NO es para ti si tu madre te abandonó en una gasolinera y no estás dispuesto a salir de tu zona de confort.

Pues muy bien.

En este punto de la lectura ya me deberías estar entendiendo.

Quiero decir, que si no sabes de lo que te hablo y has aterrizado por casualidad, no deberías contratar a ningún ASO, a mí tampoco. De momento, no te lo aconsejo. Aunque lógicamente puedes hacer con esa información lo que quieras.

Pero si tienes un negocio basado en una, o varias, aplicaciones, una cosa que es muy importante saber, es que la gente no actúa por lo que le “prometes” antes de la instalación, si no por lo que “visualiza” en su cabeza después de ver tu logo, tus capturas y la aplicación por dentro.

Esto es un concepto.

Y esto es clave para que ganes dinero con tu aplicación. C-L-A-V-E.

No hay duda al respecto.

La “visión” en la cabeza es la que cambia el estado de ánimo.

No son los precios, ni tu competencia, ni el color de tu logo… Es cómo lo comuniques. Cómo la vendas.

A ver, es mucho más importante parecer bueno que serlo.

Y antes de que te indignes y quieras acampar en la puerta de mi casa, hay una cosa que no admite discusión:

  • Si eres un profesional competente y no eres capaz de parecerlo, estás jodido.
  • Si eres un profesional competente y eres capaz de parecerlo, ganas dinero. Todo en orden.
  • Si no eres un profesional competente y no eres capaz de parecerlo, prepara unas oposiciones.
  • Si no eres un profesional competente y eres capaz de parecerlo, o eres un estafador o eres un genio. O las dos cosas.

Pero parecer competente es imprescindible.

Serlo es lo adecuado, pero podrías vivir muy bien sin serlo.

Sin parecerlo, lo dudo mucho.

Y como no sé lo que pides tú para trabajar con alguien te voy a decir lo que pido yo.

Pido dos cosas.

No una cosa.

La primera cosa es que me gusta la gente que tiene cojones. Esto vale para los miembros y para las “miembras”. Te lo digo por si hay algún lobotomizado de guardia.

No trabajo con gente que no cree en su aplicación ni conoce a quien se la vende, no con los que lloriquean por la esquinas porque la competencia “le copia” o tira los precios o payasadas de ésas.

Esto son negocios. No la guardería.

O sea, tienes que tener cojones. Y una cabeza propia, y no en alquiler.

La segunda cosa es que entiendas esta breve historia, la que contaba al principio de cuando trabajaba en la primera oficina…

Bien. Yo iba a la oficina en chandal. Un chandal de verdad, de esos de marca, bonito.

El trabajo que yo realizaba en la oficina era muy simple.

Como era el nuevo, me metieron en el equipo de trabajo en el que no quiere estar nadie.

Ese equipo al que se le mandan todos los trabajos de mierda.

Por ejemplo:

Actualizar librerías de una aplicación u otra.

Corregir errores de páginas web que estaban mal hechas.

Poner en marcha nuevos servidores e instalar un programa que era la mierda más grande que te puedes llegar a imaginar.

Contestar las valoraciones y los correos y las preguntas de los usuarios, y de los haters odiadores seres inferiores, de los productos de la empresa.

Y así 8 o 9 horas diarias.

Un día tras otro y otro y otro ¡Qué frustración!

Un día, ya hasta las pelotas de que me mandasen toda esa morralla, le pedí a mi “jefe de equipo” que me asignase algo decente, algo que valiese la pena hacer, algo interesante para no permanecer más en ese estado de frustración constante sin hacer lo que realmente quería hacer.

Me miró, resopló, importante esto, y me dijo que vale. Que íbamos a montar un programa para manejar un aparato que se instala en las piscinas y permite controlar el estado del agua.

Un día, según avanzábamos el programa, me dieron un toque de que no podía ir en chandal a la oficina, que uno de los responsables me había visto y que no podía ir en chandal.

Yo, que salvo contadas excepciones me gusta vestir cómodo, y más cuando trabajo, en ese momento dije, vale.

Al día siguiente fui en camisa y vaqueros,

al siguiente solo los vaqueros y un polo,

al siguiente sin los vaqueros, pero con un pantalón más cómodo, no pienses mal,

y al cuarto volví a mi chandal.

Cuando me volvieron a ver en chandal me llamaron a una reunión con el “jefe” de mi “jefe de equipo” el cual me dijo que no podía venir así.

Le expliqué porque venía así, y porque si yo venía con otra ropa diferente bajaba mi rendimiento. (Lógicamente, esto no era cierto)

Me dijo que si yo era capaz de solucionar más problemas estando en chandal que en vaqueros…

ropa cómodo vs ropa no tan cómoda

… me dejaría seguir utilizándolos.

Me reto…

Pensé en el reto…

Pensé más aún…

Acepté…

¿Finalmente pude trabajar con chandal en la empresa?

Pues no, joder ¿qué creías que pasaría? Me despidió igual.

Era algo que ya tenía decidido. Sólo me quiso humillar. Demostrar su poder. Mostrar al resto de ovejas que con el pastor no se juega. Y que da igual cómo trabajes, y con que ropa lo hagas, que lo primero es saber quién manda.

Vale.

Es muy importante entender esta historia para poder vender lo que sea, ya sea una aplicación o cualquier otra cosa. En este caso, una aplicación.

Hay que aprender una lección mía y una lección del “jefe”.

La lección que aprendí yo es que hay que ser mucho más empático. Salir de nuestra cabeza y entrar en la de los demás. Si en vez de preocuparme por retarle hubiera entendido las motivaciones de ese gilipollas, me habría levantado y me habría marchado. Habría dejado el trabajo, pero no habría dejado que fuera él quien me despidiera, y mucho menos después de haberme esforzado mucho aquel día para demostrarle que yo llevaba razón.

No salir de tu cabeza es estúpido. Eso mata el negocio.

Tus motivaciones no le importan a nadie, importan las del otro, las del que instala la aplicación.

¿Y qué relación podemos aprender del “jefe”?

Pues algo que tengo que reconocer que hizo muy bien. Las formas de autoridad no deben ser sometidas a debate. No se apuestan.

El no hizo ninguna apuesta. Ya había ganado. Solo me humilló.

El punto aquí es que podríamos atender a “Google o Apple” cómo el “jefe” y sus políticas para los que hacemos aplicaciones.

En un negocio, debes mostrar principios de autoridad que pueden ser más o menos sutiles, pero que no son negociables.

La gente compra seguridad, y eso debemos darles.

Por tanto, es importante que sepas…

… que, si vamos a trabajar juntos, voy a estudiar tu mercado, tu negocio, tu producto y a ti mismo, y si después de hacer el trabajo pones un descuento en las compras dentro de la aplicación a la primera de cambio por ponerte un ejemplo, no cuentes conmigo.

Porque las buenas aplicaciones pueden ganar dinero, pero las que realmente ganan mucho dinero son las líderes. Los que lideran de verdad su trozo del mercado. Y las aplicaciones líderes, y la empresa que hay detrás, no muestran desesperación para conseguir instalaciones y visibilidad.

Entonces es importante que sepas que yo no soy un ASO al que puedas encargarle unos textos, capturas de pantalla y demás al que atiendas quince minutos al mes y al que puedas ningunear. No funciona así.

Me harás caso, y si haces cambios en las estrategias y en los textos que hablamos me los deberás de comunicar.

Puedes pensar que digo esto porque soy ASO, pero los textos y el logo son absolutamente claves para que consigas instalaciones a lo bruto en tu aplicación. Y me contrates a mí o contrates a otro, debe ser muy bueno, porque lo contrario será dejarte mucho dinero por el camino.

Y, aunque sea tu negocio, debes tener claro que mi negocio y mi prestigio dependen de que logre resultados.

Y si vas a contratar a un profesional para que camine contigo en una tarea tan importante, debes respetar su criterio. Y si no estás de acuerdo, pues escribes y diseñas tu.

Si yo mañana contrato a un tío que me arregle la vitrocerámica no le digo cómo me la tiene que arreglar aunque sepa utilizarla. Porque no sé arreglarla.

Si tú contratas a un ASO, o confías en él o no lo contrates.

Bueno, quizás te estés llevando una imagen arrogante de mí, puede que a veces sea un poco de eso.

Pero me tengo por una persona educada y con mucha capacidad de escucha pero que tiene una obsesión sana que tiene mucha gente.

No me gusta perder el tiempo.

Entonces debes saber que, si me vas a contratar, mis servicios no son baratos y que, además, me harás caso.

Contratarme cada día será menos barato y más difícil, y en poco tiempo no habrá posibilidad ninguna.

Y también debes saber que para reservar conmigo deberás pagar el 25 por ciento. Luego, tendremos una reunión, y justo después, y sin que haya empezado a trabajar, cobraré el resto del proyecto.

No empiezo el estudio si no cobro.

Nunca.

A nadie.

Y, si, yo soy de los que contrata a un profesional y no tengo problema en pagar por adelantado.

Y no solo eso, si te escribo yo, es muy probable que nunca más tengas que perseguir a nadie para que instale tu aplicación.

Esto hay gente que lo entiende y gente que no. No hace falta discutir, pero no es negociable, y solo trabajo con gente que lo entiende.

Dicho todo esto, si te interesa pedir información debes rellenar estos campos de aquí abajo.

Me pondré en contacto contigo, aunque no esté interesado en tu proyecto.

Espero que pases un gran día: Aitor Sánchez.

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